11 DE JULIO: día de la Dignidad Nacional en la CTC.

El día miércoles 11 de julio y en el salón Nelson Quichillao López de la sede central de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC), en la ciudad de Santiago, se conmemoró el “día de la dignidad nacional”. Aquel día, pero de 1971, el congreso pleno de nuestro país aprobó -por unanimidad- la nacionalización del cobre.

Al evento concurrieron invitados de variadas organizaciones sociales, políticas y sindicales, que se dieron cita en un acto no solo de memoria sino también de recuperación histórica. La nacionalización del cobre, conocida como nuestra segunda independencia económica, es un verdadero hito en la historia de nuestro país por cuanto a la trascendencia política y soberana que ella signicó.

  • Ocurrida durante el gobierno popular del presidente Salvador Allende y en un acuerdo transversal de todos los sectores políticos representados en el parlamento, la nacionalización del cobre vino a dar sustento a la implementación de variadas e importantes políticas y derechos sociales. Lo anterior, esta vez, con independencia de intereses particulares o externos. Esta vez, Chile decidía su propio destino.

El acto comenzó alrededor de las 18:30 horas con la emocionante presentación de “Brontë”, un trío de cuerdas clásicas (violín, viola y violoncello). Su repertorio incluyó “La Jardinera” de Violeta Parra, “Charagua” de Víctor Jara y “Vamos Mujer”, pieza que es parte de la ‘Cantata Santa María de Iquique’ de Quilapayún.

Luego vino el saludo y palabras del presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre, Manuel Ahumada Letelier, quien destacó la importancia del hecho histórico de la nacionalización del cobre, de su trascendencia en lo económico y político para nuestro país y de cómo este se fue gestando. Y es que la nacionalización del cobre no se puede valorar sin el rescate de todo un proceso social anterior, de entendimientos y deniciones políticas transversales, pero también de la conciencia generalizada del pueblo y los trabajadores de Chile. No es un hecho aislado, es un hecho, como tantos otros incluso en el mundo, donde la participación y esfuerzos de grandes personalidades de la cultura, de la política, de organizaciones sociales y sindicales toman especial relevancia, pero que a su vez también son parte de

algo más. Son parte de un todo y de todos, juntos, que nalmente se tradujo en la decisión de todo un país para forjar su propio destino.

Se rerió también a como, luego de años y en la actualidad, todo ese ánimo y objetivo movilizador que derivó en la nacionalización del cobre fue desvirtuándose. Hoy, a propósito de las reclamaciones y presentaciones sobre la recuperación del Litio y de los recursos que este

genera o podría generar, el país ha sabido que en promedio durante los últimos diez años las transnacionales del cobre se llevan treinta mil millones de dólares anuales (situación que como organización desde su fundación hemos venido denunciando), señalando, por ejemplo, que la gratuidad de la educación cuesta siete mil millones de dólares anuales. Entonces, con la denición del parlamento de hace 47 años y si no estuviera desnacionalizado el

cobre, se podrían resolver las problemáticas de salud, educación y vivienda. Codelco por su parte, además, explota solo el 26% del cobre en Chile, pero a través del subcontrato -mecanismo de precarización laboral- las empresas contratistas y subcontratistas se llevan más dinero del que Codelco mismo deja al país.

Todo lo anterior no es casualidad. Obedece a una privatización encubierta de nuestros recursos, del cobre. Obedece a la idea de desbaratar todo un sueño del pueblo trabajador que luego a través de una dictadura cívico-militar, se instala el plan laboral de José Piñera, la desmunicipalización de la educación, las AFP, se instalan los pilares de un Modelo que no nos permite retomar un sueño por el cual a muchos asesinaron, desaparecieron, torturaron, exiliaron.

El rescate de la memoria histórica, entonces, nos permite hacer algunas síntesis. El actual Modelo nos indica que debemos constituir un nuevo sindicalismo, que hay nuevos referentes, que tenemos que inventar la pólvora, inventar la rueda. El rescate de la memoria histórica nos ha permitido entender que no hay que inventar nada. El movimiento sindical no tiene que constituir un nuevo movimiento sindical, el movimiento sindical tiene que recuperar sus raíces, el movimiento popular tiene que recuperar sus raíces. Los partidos políticos, así como nosotros hacemos la autocrítica y estamos empujando para recuperar las raíces del movimiento sindical, también necesitan recuperar sus raíces. Necesitamos al partido de Radomiro Tomic, necesitamos al partido de Salvador Allende, necesitamos al partido de Pedro Aguirre

Cerda, necesitamos al partido de Luis Emilio Recabarren. Ese es el llamado que tenemos que hacer – nalizó-.

La jornada continuó con la presentación de la exposición “Luchadores invencibles, la memoria del futuro”, del profesor y artista Víctor Orellana, en voz de Ana Lamas Aguirre, Secretaria General de la Confederación de Trabajadores del Cobre. En su intervención hizo un repaso por algunas de las figuras y personalidades allí retratadas (en total 25). Habló de grandes hombres y mujeres, luchadores y luchadoras invencibles, como Dolores Ibárruri (La Pasionaria), con su “no pasarán” llamando a resistir el asedio y la traición de las fuerzas franquistas en la guerra civil española. Recordó al “ejercito de los hombres libres”, encabezado por Augusto César Sandino, la voz inclaudicable de Sola Sierra demandando verdad y justicia para todos los caídos en la dictadura vivida en Chile. La fuerza consciente de la dirigenta comunista Gladys Marín, ejemplo de vida y consecuencia para las actuales generaciones y Luis Emilio Recabarren, como dijera Neruda; capitán del pueblo. La presentación de la Secretaria General de la CTC dió pie para algunas palabras del artista, el profesor Víctor Orellana, quien comentó su inspiración para la realización de esta serie de obras. Las personas allí retratadas, todas, inspiraron en él admiración y reconocimiento por sus vidas de lucha, “porque el mundo cambia cuando hay lucha”, señaló. Destacó la importancia de la memoria histórica, “porque los pueblos que olvidan su historia están condenados irremediablemente a repetirla”.

Recordó que la lucha se da en distintos ámbitos de la vida, en la política, en el sindicalismo, hay aquellos que toman las armas, otros que con un lápiz y un papel hacen un tremendo aporte a la humanidad, en el deporte, en cuanta actividad humana hay gente que lucha. Añadió que el gran personaje, el personaje principal, de las grandes luchas de la humanidad son los pueblos. Ese es el gran artíce de los progresos, de los cambios. Este trabajo, entonces, es una pequeña contribución que ayude a la memoria.

Sobre el hecho de la nacionalización del cobre indicó que es una situación que permanece vigente. “Estamos en pleno proceso de desnacionalización del cobre y no solo del cobre, sino de todos los recursos que este país tiene”. En ese sentido, entonces, felicitó a la Confederación de Trabajadores del Cobre por tener dentro de sus objetivos fundacionales y estratégicos la lucha por la recuperación y renacionalización del cobre. Agradeció también al profesor Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER, por su contribución en las reseñas biográcas que acompañan a cada retrato de la exposición.

Para concluir indicó que “de esto nos beneficiamos todos. A todos aquellos, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, que han luchado en este país, que siguen luchando. A dicho esfuerzo debemos los cambios que nosotros queremos. Porque no me cabe duda, por ejemplo, de que si en este país alguna vez el Estado vuelve a ser dueño del cobre, va a ser porque la Confederación de Trabajadores del Cobre ha jugado un gran papel en ese proceso”, finalizó.

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